"No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos."

Hermann Hesse

Fotografía: Marta Linares


Es normal que se confundan, que se distraiga e incluso que no se llegue a entender. Es normal que las mentes más perversas intenten comparaciones odiosas y casi inimaginables (: bienaventurados los ignorantes). Es normal el daltonismo, la palabrería e incluso el desplante… Es normal la ceguera. Es normal que desde la televisión, o desde el plasma del bar todo quede con un aire onírico, desenfocado, casi irreal… Como un sueño mal recordado. Pero que poco a poco se irá haciendo cada vez más tangible, más real. Conforme te acercas al campo, al inconcluso templo de bendiciones verdiblancas, todo parece ir más deprisa. Como en un galope sostenido, que aporta ese extra que otros grandísimos equipos del mundo ya quisieran, si quiera rozar. Una afición como pocas en el mundo, una fé irremediable y anclada en el centro del pecho justo, traspasando el corazón… llegando a ese finísimo velo que guarda el alma... 11 gramos de alma guerrera, de lucha incesante, de descaro y desparpajo andaluz universal...

Hay algo más grande en el mundo que nacer bético??

Chesco Reyes

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domingo, 1 de diciembre de 2013

BETIS 2 - 2 RAYO VALLECANO



AL BETIS TODO SON PULGAS





El Betis vio agudizada su crisis en un partido en el que hizo mucho por ganar, pero se vio penalizado por dos errores que le costaron dos puntos. Por dos veces se adelantaron los de Pepe Mel en el marcador, pero otras tantas -la última de ellas en el descuento- neutralizó sus ventajas el Rayo por mediación de Alberto Bueno. Al final, reparto de puntos que no da aire a ninguno de los dos, pero que deja al Betis al borde de la asfixia.
El estado de ansiedad ha hecho presa en el Betis, desacostumbrado a verse en la parte baja de la clasificación. Tanto, que hasta sus hombres más fiables cometen errores de bulto. Ante el Rayo, entre otros, Rubén Castro, que tuvo dos ocasiones para hacer el 3-1 con el Rayo lanzado al ataque tras el gol de Verdú, que parecía suficiente para dejar los tres puntos en el Vaillamarín.
Los mereció más el Betis, que en el primer tiempo se aferró a un extraordinario proyecto de futbolista. Álvaro Vadillo fue su MVP. Encaró, dribló, centró. Se atrevió, a sus 19 años, a cosas que otros más veteranos ni intentaron. Fue una pesadilla por la banda derecha para el Rayo, que le castigó con dureza. El gol de Amaya fue el justo premio al gran partido de Vadillo y, en general, a la superioridad del Betis ante un Rayo en el que apenas Lass dejó algún detalle fuera de catálogo.
Pero el meollo del partido estuvo en el segundo tiempo. Todo lo que pudo salir mal para el Betis lo hizo. Como el cabezazo de Rubén Castro al larguero (a centro de Vadillo) que precedió en apenas 30 segundos al gol del empate rayista. Lo fabricaron entre Jonathan Viera (mucho más activo en la segunda mitad por banda izquierda) y las manos blandas de Sara, que dejó un balón muerto en los pies de Bueno. El ex del Madrid fue el inopinado protagonista del partido. Paco Jémez le dio entrada en el campo a los veinte minutos por Iago Falqué, en lo que pareció un castigo en toda regla para el ex de Barça y Juve. Bueno justificó la arriesgada apuesta de su técnico.
El 1-1 dio paso a un amplio tramo de color rayista. Los visitantes se hicieron con el mando del centro del campo y se abrieron bien a través de Viera y Lass. Cierto es que Larrivey no dio filo a sus llegadas, pero por momentos el partido pareció más cerca de Vallecas que de Sevilla. Todo cambió con el error de Cobeño, que salió de forma extemporánea a un balón largo que buscaba a Rubén Castro. Verdú, que empezó como suplente, cazó el rechace y lo envió de zurda con sutileza a la puerta vacía. Quedaban menos de diez minutos y el Villamarín, que había temblado durante más de media hora, se tornó en fiesta.
Llegaron entonces los dos errores de Rubén Castro, en especial en el remate a bocajarro en el que Cobeño se redimió de su error en el 2-2. Pero el canario no fue el último en fallar. Jordi Figueras midió mal un balón largo a su espalda, tras la que se escondía Bueno. El rayista no hizo ascos al regalo, y volvió a poner de uñas al Villamarín. Y de los nervios a un equipo que hizo mucho para ganar, pero también varios pecados capitales que le impidieron lograrlo.
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