"No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos."

Hermann Hesse

Fotografía: Marta Linares


Es normal que se confundan, que se distraiga e incluso que no se llegue a entender. Es normal que las mentes más perversas intenten comparaciones odiosas y casi inimaginables (: bienaventurados los ignorantes). Es normal el daltonismo, la palabrería e incluso el desplante… Es normal la ceguera. Es normal que desde la televisión, o desde el plasma del bar todo quede con un aire onírico, desenfocado, casi irreal… Como un sueño mal recordado. Pero que poco a poco se irá haciendo cada vez más tangible, más real. Conforme te acercas al campo, al inconcluso templo de bendiciones verdiblancas, todo parece ir más deprisa. Como en un galope sostenido, que aporta ese extra que otros grandísimos equipos del mundo ya quisieran, si quiera rozar. Una afición como pocas en el mundo, una fé irremediable y anclada en el centro del pecho justo, traspasando el corazón… llegando a ese finísimo velo que guarda el alma... 11 gramos de alma guerrera, de lucha incesante, de descaro y desparpajo andaluz universal...

Hay algo más grande en el mundo que nacer bético??

Chesco Reyes

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martes, 18 de diciembre de 2012

Celta 0 - 1 Betis




Lo que vale es el gol, y el Betis lo tiene



Cuando un equipo atraviesa un momento dulce, todo le viene de cara. Es una de esas leyes que no están escritas en ningún reglamento pero que rigen el fútbol. Corría el minuto 80 y ningún bético daba por malo el punto que reflejaba el 0-0 del electrónico. Entonces llegó el gol. Puede que el Celta hubiera hecho más méritos para conseguirlo, pero este deporte no entiende de justicia, sino de eficacia. Y este Betis con menos brillo pero con más oficio que el del año pasado tiene mucha puntería. Nacho profundizó por la banda izquierda y mandó el esférico al corazón del área celtiña, el sitio de Jorge Molina. El delantero alicantino hizo el resto con un movimiento de delantero nato. Controló de espaldas a la portería de Javi Varas, le ganó la posición a su marcador, se giró con rapidez y definió con el instinto que sólo tienen los goleadores. Buen tanto y mejor resultado, que mantiene al Betis en los puestos de Liga de Campeones, empatado con el Málaga a 28 puntos. Una barbaridad. Quien no sueñe con este panorama es que, definitivamente, tiene miedo de todo.


Jorge Molina, que volvió a entrar en el campo a falta de media hora para aprovechar los espacios y el cansancio que aparecen en la recta final de los encuentros, fue el que decantó el encuentro del lado de un Betis que, en cualquier caso, pasó bastantes apuros en la segunda mitad, sobre todo una vez que se puso por delante en el marcador. Augusto mandó alto un remate a bocajarro y Adrián tuvo una acertada actuación tras un cabezazo de Cabral, aunque la ocasión más clara para los celestes llegó ya en el tiempo de descuento, cuando Mario Bermejo, que había salido favorecido aunque algo escorado de un rebote en un mano a mano con el meta bético, estrelló el esférico en un poste. 

Tan frenético desenlace no se ajusta a lo que se vio durante la mayor parte del encuentro, en el que predominaron más los vaivenes que el buen fútbol por parte de ambos contendientes. Si la igualdad fue la tónica dominante en los primeros cuarenta y cinco minutos (sólo una ocasión de gol, marrada por Iago Aspas al borde del descanso), tras el intermedio los locales llevaron el peso del juego ante un Betis que se defendió con entereza y que prefirió confiar todas sus opciones al contragolpe, como ése en el que, tras una buena combinación colectiva, Jorge Molina cabeceó sin peligro a las manos de Javi Varas. Fue un aviso de lo que vendría después.

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