"No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos."

Hermann Hesse

Fotografía: Marta Linares


Es normal que se confundan, que se distraiga e incluso que no se llegue a entender. Es normal que las mentes más perversas intenten comparaciones odiosas y casi inimaginables (: bienaventurados los ignorantes). Es normal el daltonismo, la palabrería e incluso el desplante… Es normal la ceguera. Es normal que desde la televisión, o desde el plasma del bar todo quede con un aire onírico, desenfocado, casi irreal… Como un sueño mal recordado. Pero que poco a poco se irá haciendo cada vez más tangible, más real. Conforme te acercas al campo, al inconcluso templo de bendiciones verdiblancas, todo parece ir más deprisa. Como en un galope sostenido, que aporta ese extra que otros grandísimos equipos del mundo ya quisieran, si quiera rozar. Una afición como pocas en el mundo, una fé irremediable y anclada en el centro del pecho justo, traspasando el corazón… llegando a ese finísimo velo que guarda el alma... 11 gramos de alma guerrera, de lucha incesante, de descaro y desparpajo andaluz universal...

Hay algo más grande en el mundo que nacer bético??

Chesco Reyes

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domingo, 19 de diciembre de 2010

TENERIFE 0 - BETIS 3


Tranquila victoria del Betis ante el colista de la categoría
TRES PUNTOS MÁS, UNA JORNADA MENOS
El Betis se aprovechó de un rival al que el balón le quemaba  en los pies

Al Heliodoro Rodríguez López de Tenerife, a la hora prevista para el partido tan sólo saltó al terreno de juego un equipo. El Betis. El Tenerife, cual horario insular, se percató del encuentro una hora después. Llegó tarde y cuando quiso reaccionar ya no había marcha atrás. Porque esta vez sí, el Betis supo matar a tiempo un partido que siempre se le puso de cara. Nunca peligró, es más, cuando los de Mel pisaron un poco el acelerador el encuentro terminó. Y eso ocurrió a la media hora de juego. 
En el minuto 6 ya mandaba el Betis en el marcador, gracias a un zapatazo de Emaná, que a media altura conectó con la zurda un gran disparo que entró con violencia golpeando previamente en el palo derecho de la portería que defendía  Aragoneses. El partido se abrió tan pronto que los béticos  decidieron continuar con esa inercia.
Pese a todo, después del gol inicial, el Tenerife lo intentó, tocando con algo de criterio en la parcela ancha, aunque el peligro y la capacidad de sorprender disminuían conforme se acercaban  al área de Goitia.  En el 17’ Rubén se inventó un gol de categoría. Vio adelantado a Aragoneses y desde bastante lejos, proyectó una vaselina sutil, justa,  el portero tan sólo pudo tocar con la manopla pero no evitar que el segundo llegara al marcador. Esa era, a grandes rasgos, la diferencia entre los dos equipos, la pegada de sus hombres de arriba. El Tenerife se vio arrollado por los de Mel y el segundo ya los dejó noqueados para el resto del partido. A partir de entonces el balón quemaba en pies de los insulares.  Sin ideas, sin recursos para crear algo de peligro a la defensa verdiblanca.  Pundonor y fe para contrarrestar la envestida semi-mortal del Betis. Eso sí, con muchas imprecisiones y errores.  Producto de esas imprecisiones y de un nerviosismo propio de un colista, llegó el tercero y definitivo gol del encuentro. Y eso ocurrió en el 33’. La presión del Betis a la salida del balón desde atrás de los de Mandiá era asfixiante. Emaná presionó muy arriba y un pase atrás de un defensa hacia otro compañero, a área propia, una pedrada, un balón envenenado y casi con la firma del tercer gol en contra, lo aprovechó el camerunés para encontrarse solo frente al portero, cruzarla y lograr el tercer gol para el Betis, el segundo en su cuenta particular. En ese momento, el partido terminó. Pudo el Betis incluso ampliar su renta si no es por dos buenas intervenciones del portero local a sendos disparos consecutivos de Rubén Castro.  Es más, lo más peligroso del Tenerife lo propició un jugador del Betis, pues Emaná,  intentó una frivolidad en área propia al intentar regatear a un rival. Ese fue el bagaje ofensivo de los de Mandiá. El final de la primera parte sirvió para que la grada del Heliodoro Rodríguez López clamara en contra del equipo y de la directiva. Cabreo, enfado y caras largas para despedir a los jugadores. La grada enfureció porque ve a un equipo que lo intenta, pero al que las piernas no responden. Nervios, imprecisiones, jugadores escondidos entre los rivales, una defensa de gelatina  y pocos, muy pocos recursos arriba. Tan sólo el mediocampo cumple al menos con el cometido de intentarlo. Pero el conjunto insular está roto en los extremos, en defensa y en la punta de ataque.  La afición del Tenerife ha pasado en menos de un año de saborear la primera división, tras siete temporadas ausentes, a ver a su equipo  colista de la división de plata casi a mitad del ejercicio. Y sin visos de mejora. 
En la segunda parte el Tenerife sacó la casta necesaria para que el orgullo no quedara tan dañado. Lo intentó con más criterio y llegó a tener ciertas ocasiones para lograr el tanto del honor. Nino tuvo una y Mikel Alonso otra al terminar una buena combinación, aunque su disparo salió alto, eso sí, rozando el larguero. El Betis se limitó a dejar pasar los minutos  durante la primera fase de la segunda mitad.  Ya en los últimos minutos volvió a llevar las riendas del partido para que este terminara sin ningún contratiempo final. Partido muy cómodo ante un rival confeccionado para estar más arriba pero al que las ideas y sobre todo las piernas no responden.

LO MEJOR: el equipo en general. La gran pegada de los jugadores de arriba. Esta vez sí se mató un partido a tiempo. Salva Sevilla sigue de dulce. Bien la pareja de centrales.
LO PEOR: Nada reseñable. Se aumenta la distancia con respecto al Rayo aunque  no con el Celta. La próxima jornada se enfrentan  los de Vallecas con los de Vigo.

Joaquín Rueda

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