Desastre sin igual el que ha perpetrado el Betis en el Sánchez-Pizjuán. Utilizamos bien el verbo, puesto que calificar de fútbol lo que ha intentado el bloque de Pepe Mel sería demasiado osado. Cayó no en el primer asalto, sino que besó la lona en el golpe inicial y a partir de ahí fue un pelele en manos de un rival implacable. El 5-1 frente al Sevilla no tiene discusión ni paliativos y provoca una vergüenza mayúscula a una hinchada que se entregó con los suyos durante toda la semana, hizo interminables colas para lograr entradas y por la mañana acudió en masa para darle su último aliento, que duró sólo quince segundos, lo que bastaron para que sacara de centro Rubén Castro, el balón lo prolongara atrás Rubén Pérez, Nelson lo cediera a Adrián y éste, en un despeje pésimo con la zurda, a los pies de Reyes. El 1-0 deshizo todo lo pensado. Hundió a los verdiblancos y elevó la moral de los sevillistas, que multiplicaron su hambre e incidieron en el naufragio heliopolitano hasta con tres aciertos más, otro de Reyes y dos de Fazio, dominador como gigante ante enanos en las dos áreas (aunque su primer gol fue en fuera de juego), y el de regalo de Rakitic al final con tranquilidad en un contragolpe en los minutos finales. El hundimiento verdiblanco era directamente proporcional al partidazo sevillista. El repaso es histórico y a los jugadores béticos sólo les queda pedir perdón por el respeto que merece su escudo. Que el Betis siga por encima en la clasificación no es un consuelo ante tamaña humillación. Las secuelas de este fracaso absoluto darán de qué hablar.
Es normal que se confundan, que se distraiga e incluso que no se llegue a entender. Es normal que las mentes más perversas intenten comparaciones odiosas y casi inimaginables (: bienaventurados los ignorantes). Es normal el daltonismo, la palabrería e incluso el desplante… Es normal la ceguera. Es normal que desde la televisión, o desde el plasma del bar todo quede con un aire onírico, desenfocado, casi irreal… Como un sueño mal recordado. Pero que poco a poco se irá haciendo cada vez más tangible, más real. Conforme te acercas al campo, al inconcluso templo de bendiciones verdiblancas, todo parece ir más deprisa. Como en un galope sostenido, que aporta ese extra que otros grandísimos equipos del mundo ya quisieran, si quiera rozar. Una afición como pocas en el mundo, una fé irremediable y anclada en el centro del pecho justo, traspasando el corazón… llegando a ese finísimo velo que guarda el alma... 11 gramos de alma guerrera, de lucha incesante, de descaro y desparpajo andaluz universal...
Hay algo más grande en el mundo que nacer bético??
Chesco Reyes
PARTICIPA
martes, 20 de noviembre de 2012
Derrota 5 - 1 a Domicilio
Desastre sin igual el que ha perpetrado el Betis en el Sánchez-Pizjuán. Utilizamos bien el verbo, puesto que calificar de fútbol lo que ha intentado el bloque de Pepe Mel sería demasiado osado. Cayó no en el primer asalto, sino que besó la lona en el golpe inicial y a partir de ahí fue un pelele en manos de un rival implacable. El 5-1 frente al Sevilla no tiene discusión ni paliativos y provoca una vergüenza mayúscula a una hinchada que se entregó con los suyos durante toda la semana, hizo interminables colas para lograr entradas y por la mañana acudió en masa para darle su último aliento, que duró sólo quince segundos, lo que bastaron para que sacara de centro Rubén Castro, el balón lo prolongara atrás Rubén Pérez, Nelson lo cediera a Adrián y éste, en un despeje pésimo con la zurda, a los pies de Reyes. El 1-0 deshizo todo lo pensado. Hundió a los verdiblancos y elevó la moral de los sevillistas, que multiplicaron su hambre e incidieron en el naufragio heliopolitano hasta con tres aciertos más, otro de Reyes y dos de Fazio, dominador como gigante ante enanos en las dos áreas (aunque su primer gol fue en fuera de juego), y el de regalo de Rakitic al final con tranquilidad en un contragolpe en los minutos finales. El hundimiento verdiblanco era directamente proporcional al partidazo sevillista. El repaso es histórico y a los jugadores béticos sólo les queda pedir perdón por el respeto que merece su escudo. Que el Betis siga por encima en la clasificación no es un consuelo ante tamaña humillación. Las secuelas de este fracaso absoluto darán de qué hablar.
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