"No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos."

Hermann Hesse

Fotografía: Marta Linares


Es normal que se confundan, que se distraiga e incluso que no se llegue a entender. Es normal que las mentes más perversas intenten comparaciones odiosas y casi inimaginables (: bienaventurados los ignorantes). Es normal el daltonismo, la palabrería e incluso el desplante… Es normal la ceguera. Es normal que desde la televisión, o desde el plasma del bar todo quede con un aire onírico, desenfocado, casi irreal… Como un sueño mal recordado. Pero que poco a poco se irá haciendo cada vez más tangible, más real. Conforme te acercas al campo, al inconcluso templo de bendiciones verdiblancas, todo parece ir más deprisa. Como en un galope sostenido, que aporta ese extra que otros grandísimos equipos del mundo ya quisieran, si quiera rozar. Una afición como pocas en el mundo, una fé irremediable y anclada en el centro del pecho justo, traspasando el corazón… llegando a ese finísimo velo que guarda el alma... 11 gramos de alma guerrera, de lucha incesante, de descaro y desparpajo andaluz universal...

Hay algo más grande en el mundo que nacer bético??

Chesco Reyes

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martes, 20 de noviembre de 2012

Derrota 5 - 1 a Domicilio




Derrota 5 a 1 en la Pocilga





Desastre sin igual el que ha perpetrado el Betis en el Sánchez-Pizjuán. Utilizamos bien el verbo, puesto que calificar de fútbol lo que ha intentado el bloque de Pepe Mel sería demasiado osado. Cayó no en el primer asalto, sino que besó la lona en el golpe inicial y a partir de ahí fue un pelele en manos de un rival implacable. El 5-1 frente al Sevilla no tiene discusión ni paliativos y provoca una vergüenza mayúscula a una hinchada que se entregó con los suyos durante toda la semana, hizo interminables colas para lograr entradas y por la mañana acudió en masa para darle su último aliento, que duró sólo quince segundos, lo que bastaron para que sacara de centro Rubén Castro, el balón lo prolongara atrás Rubén Pérez, Nelson lo cediera a Adrián y éste, en un despeje pésimo con la zurda, a los pies de Reyes. El 1-0 deshizo todo lo pensado. Hundió a los verdiblancos y elevó la moral de los sevillistas, que multiplicaron su hambre e incidieron en el naufragio heliopolitano hasta con tres aciertos más, otro de Reyes y dos de Fazio, dominador como gigante ante enanos en las dos áreas (aunque su primer gol fue en fuera de juego), y el de regalo de Rakitic al final con tranquilidad en un contragolpe en los minutos finales. El hundimiento verdiblanco era directamente proporcional al partidazo sevillista. El repaso es histórico y a los jugadores béticos sólo les queda pedir perdón por el respeto que merece su escudo. Que el Betis siga por encima en la clasificación no es un consuelo ante tamaña humillación. Las secuelas de este fracaso absoluto darán de qué hablar.

Como hemos dicho, las opciones verdiblancas naufragaron desde el saque inicial, cuando el balón llegó a los pies de Adrián, que erró en su lanzamiento con la zurda, su balón llegó a Reyes y éste anotó a los catorce segundos. Sólo necesitó tocar el balón un jugador del Sevilla y unos segundos para poner en ventaja a su equipo. El duelo estuvo condicionado a partir de ahí, ya que los de Mel, presa de los nervios por ir por debajo ya en tan importante cita, no daban una a derechas y eran superados por la intensidad sevillista. El 2-0 llegó a los cinco minutos, cuando una falta lateral sacada por Rakitic era cabeceada a la red por Fazio, que llegaba desde atrás sin marca, con Paulao Cañas sólo siguiéndole con los ojos. El tanto del argentino incidió en el drama verdiblanco. Mel se desgañitaba en la banda y los suyos daban alguna señal de vida con amagos de Pozuelo y Rubén Castro en el área rival. Sin embargo, era un espejismo, ya que aunque Mel activaba el banquillo para buscar más juego ofensivo con la entrada de Jonathan Pereira por Cañas, iba a anotar el Sevilla su tercer gol, también aprovechando un clamoroso fallo defensivo, puesto que una internada de Cicinho era rematada al larguero por Negredo tras desvío de Adrián y Nelson protegía la pelota para la llegada del portero cuando Reyes se anticipó y anotó con la derecha. Y en el minuto 43, Reyes llegaba lanzado por la izquierda, colgó el balón y Fazio remató con poderío a las redes de Adrián.

El desarbolado Betis aún no se había dado cuenta de qué iba la historia (quizás alguno de sus integrantes todavía no ha llegado a conclusión alguna) cuando ya llevaba cuatro goles en contra.Siempre a merced por la superior intensidad, actitud y ganas del oponente, que se tomó el derbi como un partido especial y aprovechó las múltiples facilidades que ofreció un Betis sin carácter, con hombres clave desaparecidos y que sólo dijo algo en el encuentro cuando todo estaba decidido, en una operación de maquillaje absurdo que ni siquiera tenía sentido como imagen de orgullo ante la relajación de un oponente que disfrutaba con el repaso. Y es que en la segunda mitad siguió el Betis perdido y desnortado. Entró más en contacto con la pelota porque el Sevilla replegó líneas pero aún así gozó de alguna ocasión y la expulsión de Rubén Pérez, por doble amarilla, dejó a los verdiblancos en una inferioridad que no impidió que Rubén Castro al fin marcara en un derbi. Seguro que su deseo no contemplaba un escenario así, ya que anotar el 4-1 no le produjo ninguna felicidad. Luego anotó Rakitic cuando el partido no daba más de sí, sólo el tanto fácil del croata en un contragolpe para incidir en la humillación.

En el bloc de notas hay que apuntar la sucesión de errores individuales y colectivos que sonrojaron a la parroquia bética, ruidosa cuando pudo y avergonzada de quienes defendían su emblema en una noche feliz para Nervión y lamentable en Heliópolis. Nelson completó una actuación lamentable, con un fallo mayúsculo en el cuarto gol, y regaló su carril por completo. Adrián hirió a los suyos con su mala entrega en el primer gol y fue un saco de nervios los minutos posteriores, además de no mandar nunca en su zona. Paulao regaló espacios detrás y delante y cuando abandonó su zona se arriesgó en exceso. Mario tuvo que pedir el cambio por lesión cuando siempre era superado. Álex Martínez fue bombardeado por Jesús Navas y Cicinho. Rubén Pérez fue expulsado sin poder gobernar el partido siquiera un momento. Beñat pareció no jugar. Cañas salió antes de la media hora tras perder la marca de Fazio en su primer gol y no dar una a derechas. Juan Carlos sólo intervino en el centro del gol deRubén Castro, la acción en la que sólo apareció el canario. Y Pozuelo intentó tantas cosas que se hizo un lío y también mereció un suspenso. Los cambios, tres cuartos de lo mismo. Y Mel. En su debe está no haberle dado la intensidad necesaria a sus hombres, a pesar de la preparación y el plan anunciado, y ser el entrenador de uno de los desastres históricos en los derbis.
www.alfinaldelapalmera.com


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